No había dormido bien aquella noche,
al despertar se encontraba cansado y un tanto irascible. No tenia ganas de desayunar
y se tomo un café sólo. Al salir a la calle el día le pareció más gris que de costumbre.
En el trabajo todo le pareció preocupaciones. Las noches y los días se sucedieron
y cada vez dormía peor y comía menos.
Un día después del trabajo, al
llegar a casa, en el rellano de la escalera, se encontró al nuevo vecino. Al
estrecharle la mano sintió un escalofrío y se mareó. Aquella noche fue peor aún,
daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Se vistió, cogió el coche
y se dirigió a la montaña a una vieja
casita de la familia. Se echo en la cama aun vestido y se durmió profundamente.
Al despertar, bajo hasta el pueblo para desayunar, estaba muy hambriento como
si no hubiera comido en días. En el mesón del pueblo se sentó a la mesa y
engullo plato tras plato, con la mirada incrédula del mesonero. Intentó disculparse
por su comportamiento diciendo que llevaba días sin poder dormir y casi sin
comer, que no sabía que le ocurría. Una anciana que estaba sentada al calor de
la chimenea le dijo sin mirarlo:
─Eso es porque el ladrón de sueños
vive cerca de ti y no parara hasta que se haga con todos tus sueños.
─¿Cómo dice?
─No te pasa nada, solo que te están
robando tus sueños y te estas quedando sin esperanza, por eso lo ves todo gris.
Los ladrones de sueños, son personas amables que se acercan con las mejores
intenciones y se alimentan de tus sueños, anhelos y esperanzas. Huye de gente
así.
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