Para Altea
Había comenzado
a llover, al principio solo era unas gotas que empezaron a mojar la acera. Más
tarde el agua corría libre por el piso brillante a la luz de los neones.
El auto llego
acompañado de chirriantes sonidos de neumáticos en el asfalto. Las luces como
oasis en la noche, mostraban la entrada al portal.
Horas más tarde
el grito rasgado sonó en la madrugada de una nueva vida.
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