martes, 15 de enero de 2013

KGB




Klichenko sabía que no tenía escapatoria. El agente Smith le había dado caza, había descubierto su doble juego. Le apuntaba con su Colt, pero Klichenko aún tenia un as en la manga. Saco la mano lentamente del bolsillo de su gabardina y le enseño a Smith lo que andaba buscando. Hizo el ademán de estrellarlo contra el suelo y Smith  retrocedió, sabía que era mejor dejarlo escapar, a perder para siempre el último “Pitingo”

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