jueves, 31 de enero de 2013

El alquiler




            Había conocido de joven aquella ciudad, siendo solo un crío, en el típico viaje de estudios. Desde aquel día se enamoro de ella, de su catedral barroca, de sus estrechas en intrincadas calles medievales, de aquel ambiente universitario y bohemio que se podía respirar. Llegó con una pequeña maleta y se hospedo en un pequeño motel del centro. Una vez instalado, salió a la calle para buscar un local donde poder montar el negocio que tantos años había soñado con él. No tardó mucho y por la tarde ya estaba firmando el contrato, treinta años a un precio irrisorio. El local en sí, estaba ubicado justo enfrente de la catedral, en una bucólica plaza. Lugar de paso obligado para todo tipo de viandantes y lo mejor era, que tenía una pequeña buhardilla donde poder vivir. Estaba un poco abandonado  por el gran tiempo que llevaba cerrado pero con un poco de limpieza y una mano de pintura todo arreglado.

            El primer día en el que abrió las puertas para empezar a limpiar, los transeúntes que pasaban se quedaban mirando y en algunos casos, hasta señalando con el dedo. A media mañana una anciana cargada con una bolsa de la compra y apoyada en un bastón se detuvo ante él y le dijo:

─¡Muchacho! ¿Es que no sabes que este local esta maldito? ─señalando con el bastón─  lleva más de cuarenta años cerrado, el último que lo arrendó no pudo aguantar más y se ahorcó en esa misma viga.

─La verdad es que no lo sabía a ciencia cierta, pero usted me lo esta confirmando.

            Tardo una semana en abrir y en el cartel se podía leer en letras rojas:

“Librería esotérica y productos varios el Ahorcado”

Se lee el futuro...

1 comentario:

  1. Sin duda, el local es muy apropiado!!Seguro que le va de maravilla!! jajajaja
    Eva

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