A cada zancada que daba, salpicaba mil y una gotas, cada vez
que sus pies golpeaban la cristalina agua de los charcos. Quería dejar atrás su
pasado, pero este la perseguía en el recorrido de su vida. Pero por más rápido
que corría no conseguía zafarse de él. Pensó en detenerse, dar media vuelta y
enfrentarse a él, pues la única manera de librarte de tu pasado es mirándole a
los ojos.
Somos hoy lo que forjamos en el ayer. Estará siempre a nuestra espalda, sentiremos su presencia para dejarnos sin respiración, al doblar la esquina.
ResponderEliminarJuanma, el anónimo del 23-01-13, es de Manuela Roldán
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