Viajó
de oriente a occidente tras la sabiduría de los viejos maestros. Tan sólo
llevaba un hatillo con un poco de pan y el camino a sus pies. Llegó a las
puertas de un monasterio ubicado en las alturas de una cubre nevada, donde los
lugareños le habían indicado que allí se encontraban los más sabios de todos
los sabios. Golpeó con fuerza la puerta, cuando esta se abrió y el monje
escuchó al joven aprendiz, le permitió entrar.
Pasaron
los años y abandono el lugar con una carta de recomendación del abad. Se
dirigió a una de las grandes urbes y entró a los servicios de un maestro de la
corte. Estuvo al sus servicios durante una década y después paso a ser unos de
sus ayudantes. Un día llamaron a su puerta. Un joven se ofrecía para ser su
aprendiz y en ese instante él, se había convertido en maestro.
Me ha gustado. Es lo que nos pasa a nosotros. Tú el maestro y yo el aprendiz. :)
ResponderEliminarEva