Se
adentró en el laberinto, aun sabiendo que no podría regresar. Siempre le había
echado la culpa a la vida o a lo mejor, la culpa de tener esa vida era suya. Tenemos
miedos a romper los lazos con la familia, con los amigos, con las directrices
marcadas, con el que dirán, con lo preestablecido: estudios, trabajo,
casa-hipoteca, pareja e hijos. Se introdujo con paso lento, en los intrincados
pasillos y se detuvo. Miró hacia tras y cortó el hilo que le unía con el inicio.
Continuó su camino dejando en cada paso parte del peso de su pasado. Los
pasillos fueron agrandándose y permitiendo que la luz de un nuevo día iluminara
su futuro.
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