jueves, 28 de febrero de 2013

La poza



            El agua cristalina se filtraba entre las rocas de la montaña y el tiempo había creado una pequeña poza en la cual, a su alrededor crecía la vida. Hasta ella un buen día, en las que las lluvias desbordaron el rió, llego un pez. Allí, una vez que las aguas volvieron a su cauce, ese pequeño pez se quedó atrapado en ella. La salida natural del agua hasta el rió era a través de las piedras que la filtraban creando pequeños regueros, por lo cual le fue imposible escapar. El tiempo pasó y pasó y aquel alevín se convirtió en un pez mayor que en aquella su casa y prisión, llego por conocer la pena de la soledad. No le faltaba el alimento, siempre tenía larvas con las que saciar su voraz apetito. Pero siempre suplicaba un compañero con el que pasar las interminables horas de soledad. Llegó la estación de las lluvias y con ellas de nuevo, el desbordamiento del río. La fortuna quiso que otro pequeño pez fuera arrastrado hacia la poza, como a él mismo le sucediera años atrás. Al verlo caer, nadó veloz hacia aquel pequeño pez y de un solo bocado se lo trago.
            Las lluvias cesaron y la calma volvió a la poza. Aquel pez seguía sintiéndose solo y su único consuelo era repetirse una y otra vez que fue su instinto. Él era así y no podía cambiar.

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