Era
una noche estrellada y con luna llena, lo que permitía ver el camino. A la
altura de la fuente se sentaron para descansar y refrescarse un poco. Permanecieron
solo el tiempo suficiente y reanudaron la marcha. Todo el pueblo, niños, hombres,
mujeres y ancianos caminaban en silencio con las pocas pertenencias que podían
portar. Al llegar a un claro, el viejo chamán invoco a los dioses de las
estrella y un haz de luz los transporto hacia el espacio.
Años
más tarde cuando los españoles exploraron aquellas tierras encontraron sus
casas abandonadas y los platos puestos en la mesa.
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